habitamos la ruina todos los días
el cuño
la primera cuña
las marcas en las manos
los pies
en la cabeza de espinas
la espalda
y en el costado de Longino
hace un año, pensó
no era tan diferente
la bestia seguía alojada
a la sorda espera
en el centro de su pecho
de un rincón
a tres paredes altas
carcome la polilla:
(una) me sentencia
escondida la niña posesa
se lame las heridas.