" ante el peso del agua cautiva
el toldo del cielo se rasga
y derrama la lluvia de meses"
ciega la de ocho patas
en la pelea invisible
contra el sol amarillo.
ya no perdono el paso del sol,
repito.
Lejos, en la casa, vienen ellos
a buscarme,
no me dejan escribir
y tú dices que vienes
y llegas al mes siguiente
con aliento a feligrés enamorado
o llegas hoy y no te encuentro
y no me encuentras.
Elegimos esta ciudad , con mala señal
el ruido de una conversación
con patas y cabeza de buey ensangrentado;
pasajes que llevan a ninguna
y a todas las partes.
vamos, digo, al otro lado del río.
pero la ribera, fangosa
los ojos cerrados:
risotadas a contraluz.
deseos de perder en el caudal
como el San Isidro que una vez
fue castigado
por una horda de campesinos sin casa
porque no llovía.
y ahora que llueve, el saco cerrado
a favor de la corriente.