lunes, 20 de junio de 2016

rafael



De poco dormir
y de toscas tristezas
en trescientas casas inundadas
adentro
sus dueñas inventan cuentos
de que un día el río
refalaba sin andamios
tras la inundación
deditos perdidos de un niño manco

Pide para sí la negrata
el caule que trae las palabras
que no conocemos
apenas la lengua se traba
el soplido del durmiente
trabilla niña ingrata
es llevada a los lugares
en los que la estela de un día lejano
o que el día anterior estampó

Pide para sí
y la plegaria es escuchada
dormirando el resquebrajado pasar
de los que lamen sus párpados:
los ojos, la maleta y el vestido
muestran lo que no es
olor a metal y a sangre seca
sombralada de un peregrino estival

Para sanar, oculta
el ángel que vino
en un terrible sueño.

martes, 10 de mayo de 2016

cuando el chucao canta

pelleja, pelleja el pajariuco
trae el claro la ventura
si trina ronco a la mala
Ellos han truncao a un niño tonto
y con el gesto del enamorado
cosieron sus fauces
Atraviesa, se enreda la seña
la lengua indica así
                               un secreto

pelleja, pelleja el pajariuco
aullan las chillpilas al poniente
tejen convulsas
lo que en un tiempo
llamaban herejía
Ansiosas de verle
desean morir

pelleja, pelleja el pajariuco
tira al sueño los rincones
Davitú, Quelquevú
buscan de memoria
lo cubierto por el barro
Davitú, Quelquevú
casi me muerdo
                         el nombre.

durmiente

Cabecea erguida la divinidad
desgarra nuestra penitencia

En los pedazos del amor
bondadosa la liebre
que puede encontrar
en los campos la respuesta
aparenta el alivio de levantarse
entonces, la mano agita la verdad.

domingo, 1 de mayo de 2016

aguamiento



Con lacerante devoción
a la endemoniada de ese Santiago de 1857
.


decían que se había comido un vaso de vidrio entero, que se lo sabía zampado hasta la simiente. Por fiarle el alma al Mandinga, se perdía en los portales, esos nombres que enamoran: el Tonto azulado callaba y entre un sordo rechinar de dientes, le decía bien despacito al oído estaca, estáca, mirando al Cristo que colgaba de la pared con los brazos abiertos. Abrazada, le pasaban los días, hasta que llegaba el otro. Nito-nito, le torcía a besos la espalda, y lloraba con toda sus fauces como si fueran puertas. Nito, nito, bonito.       O c é a    no. Le leía el pensamiento, niña, no le guarda lealtad a nadie.