
El Señorito quiere hacer un largo vaje. Una vía por el cosmos, cerca del Sol y las otras estrellas, mirar nuestras diminutas cabezas desde la Luna. El Señorito quiere ser Interespacial.
El Señorito Interespacial construyó una nave de cartón, luego la pintó de un verde parecido al del hombrecito que felizmente camina en el semáforo. No quiere confesarlo, pero yo sé que la pintó así porque quiere atraer a los marcianos y así poder traerse uno a la Tierra, serían amigos inseparables, y lo más maravilloso es que podría tomar con él todas las noches un técito antes de dormir.
El traje del Señorito Interespacial es hecho a la medida, se apega a los contornos de su cuerpecito de niño. Es de una tela especial, más que adecuada para el espacio sideral, color fucsia para darle el toque infaltable de señorito. Lleva puesto un cinturón con luces intermitentes de todos los colores imaginables, así sería imposible acceder a la oscuridad que tanto miedo le tenía.
En su cuello lleva colgada la llave de la despensa de su nave, que resguarda las efímeras golosinas y ciertos manjares deliciosos que tanto le gustan. No puede correr el riesgo de que cualquier críatura meta sus narices(si es que la tienen) en su tan apreciada despensa.
El Señorito Interespacial espera su despegue mirando con anhelo la constelación de Pegaso; a él le hubiera gustado ser un caballo alado, sería muy alucinante tanto como el viaje al espacio.
El Señorito ajusta su cinturón, se instala en su frágil-frágil nave y cierra los ojos con fuerza. Cuenta regresiva: 10-9-8-7-6-5-4-3-2-1. Despegue...
( la nave queda suspendida en el aire)
Error. Grave error... Y es que se le olvidó lo más importante: el oxígeno.