
Una mañana soleada, como la de hoy, cosas raras pasaban en las aguas templadas del Pacífico. El barco de papel se estaba ablandando, tan blando como la tortuga de felpa que asesinaste frente a mis ojos. Lentamente se volvía frágil-frágil, hasta que esa mañana comenzó a deshacerse.
Ya al medio día, estaba convertido en partículas casi-invisibles, iluminadas por el plenilunio se quedaron impregnadas en el fondo marino.
Su tripulación había gritado despavorida al verse envueltos por el azul mar, intentos desesperados por aferrarse a...algo. Los bordes del barco se convertían en nada, en sus propias manos. Gritos maldecían el cielo. ¿Qué culpa tenía él? Si el mar fue.
P.S:feliz año nuevo