sábado, 19 de octubre de 2013

hágame ornitólogo

(personas tipo gato)

martes, 15 de octubre de 2013

(es tan violeta ser ignorante)



como Bix Beiderbecke o Eddie Lang, especies de poetas malditos del género, un “hombre de tristeza infinita”[1], no llega a mostrarse en su totalidad, su arte está encarcelado en discos que apenas lo transmiten. He ahí el interés del Club de la Serpiente, no sólo por los jazzistas contemporáneos, sino que también por los viejos, los muertos, aquellos que poseían ese centro que se perdió y que aparentemente no se puede recuperar, el pasado es el guardián de lo extraviado, y nos ha abandonado. Tal como lo hizo la Maga con Oliveira, luego de su desaparición, de alguna forma Horacio sabe que durante el tiempo que estuvo con ella, recuperó parte de ese centro perdido, pues la Maga -la bruja- encarna, como objeto (no como un sujeto), a todo lo que se escapa de la razón (“es tan violeta ser ignorante”) y a la famosa  improvisación como estilo de vida, una Nadja cortazariana, no ha sido infectada por la honrosa intelectualidad de Oliveira y el resto del Club de la Serpiente. Esta es percibida como un obstáculo en la búsqueda que nunca se concreta: Morelli ha muerto, la Maga ha desaparecido. La trascendencia no es posible, ni siquiera mediante el arte, pues no es suficiente para llegar al centro, no es capaz de captar al ser. Y aunque el jazz se nos presenta en la novela como una nueva forma de trascender, no lo logra pues el hombre está condenado a la inteligencia:.[2]




[1]  Bary, Lesly. Jazz en Rayuela, p.2

[2] Bary, Lesly. Jazz en Rayuela, p.3

jueves, 10 de octubre de 2013

la infección 2

1) dijo que no sabía mi nombre
ni este lugar
(que nunca fue)

2)Esta ciudad guarda
la historia de una casa incendiada
bajo la sombra vespertina
de un mapa mal dibujado

3)Tras el vidrio empañado
una búsqueda
en cambio, arremete

4)"Soy una multitud de infanticidas
con ojos translúcidos
y dolor de cabeza"

5)Somos los parientes lejanos de Nadie
primosobrinoentercergradoputativo
Nadie vive de urbes desiertas
en donde las plagas
acabaron con todo vestigio
de nuestra estancia

miércoles, 9 de octubre de 2013

(revestir la) estepa

A trizas resisten
los días cabizbajos
el polvo arrastra los pies
contra las clausas ventanas

Nerviosos los hombres
con ojos de vidrio

Cercar esta cuadras
una y tantas veces
el asfalto devuelve la piedra
Revestir el paisaje:
las tardes templadas
               por la radio local

Ocultar el rostro
las manos sucias
miedo al ocaso
          a todas las horas

No hay escondite ni niño
que sepa contar hasta cien