A trizas resisten
los días cabizbajos
el polvo arrastra los pies
contra las clausas ventanas
Nerviosos los hombres
con ojos de vidrio
Cercar esta cuadras
una y tantas veces
el asfalto devuelve la piedra
Revestir el paisaje:
las tardes templadas
por la radio local
Ocultar el rostro
las manos sucias
miedo al ocaso
a todas las horas
No hay escondite ni niño
que sepa contar hasta cien